Sería injusto achacarlo sólo a la meteorología, pero reconozco que esta temporada prácticamente he pasado los lunes encerrado en casa. Es cuando arranca
mi fin de semana y amanezco tarde. Me encanta ver como arrancó la semana para los demás a través de este cristal cuando en mi despertador ya pasó medio día. Eh, sin insultar.
Pues eso, vacío las bandejas de entrada, leo todos los recortes y artículos pendientes, y según la época del año, recupero mi vida social, almuerzo fuera con los currantes y paseo de un lado para otro escuchando la radio, zapeando como un loco de emisora a emisora. Pero este invierno... ¡Ay, amigo, este invierno! Lluvia, viento, frío y, un par de lunes, hasta nieve.
Las aceras heladas han sido directamente proporcionales a mis conocimientos de la red. De hecho, tengo minutado que ahora veo más la tele a través de la pantalla del ordenador. Elijo lo que veo cuando quiero, ya sea descargado en el disco duro o en tiempo real. En casa el apagón analógico madrugó mucho, y me consta que no soy el único ni el último. Estos lunes de ocio mayúsculo se han convertido en el mejor campo de cultivo para las comedias norteamericanas.
La última que me tiene prendado es
The Big Bang Theory, cuatro jóvenes genios para la ciencia,
frikis para el resto de los mortales, y su a-dorada vecinita
Penny. Un gigantesco choque de sociedades y culturas que cumple con las expectativas de mi primer día libre a la semana: al menos 20 minutos de diversión pura y dura, una critica corrosiva con los jóvenes de ahora que, paradójicamente, ha recibido la bendición de ese universo. De las tres temporadas en emisión, este diálogo (en el comedor de la universidad) es impagable:
SHELDON
¿Sabes cómo sé que no estamos en Matrix?
LEONARD
¿Cómo?
SHELDON
Si estuviéramos, la comida sería mejor...
Así son estos personajes, aislados en su burbuja, adictos a los cómics y a los videojuegos, invadidos por el pánico cuando tienen que hablar con una chica como si fuera su
kryptonita. Son niños atrapados en cuerpos de adultos; extremadamente familiares, como una tarde de nieve pegado a la tele. Han tenido que pasar miles de millones de años para que hayamos llegado hasta aquí, a mezclar realidad y ficción, a enfrentar al ser humano con su avatar.
Odian su pasado y se pasan el presente deseando vivir el futuro. Un sentimiento común para muchos a este lado de la pantalla, seguro. De hecho, también quería desearos paz y prosperidad.
japinero@puntoradio.com