26 abril 2015

Chernóbil, el accidente infinito


Publicado en cadenaser.com el domingo 26 de abril de 2015

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El sábado 26 de abril de 1986, el reactor 4 de la planta nuclear de Chernóbil saltó por los aires. 29 años después, el número de víctimas mortales a consecuencia de la radiactividad es incalculable. Además, el sarcófago original se está resquebrajando en torno al núcleo y la radiación se vuelve a escapar. La falta de presupuesto ha provocado que el nuevo no esté listo hasta 2018.

Junto al accidente nuclear de Fukushima, en Japón, el de la planta de Chernóbil, en Ucrania, es uno de los mayores desastres medioambientes de la historia. 29 años después de la catástrofe, se suceden las consecuencias de la improvisación de las autoridades soviéticas. La acción política ha conseguido que la influencia de la radioactividad en el aumento de muertes prematuras por cáncer apenas se vea reflejada en las estadísticas. 


Los niveles de radiación en un radio de 30 kilómetros alrededor del reactor siguen siendo peligrosos para el ser humano, aunque la vegetación y los animales salvajes campan a sus anchas y en abundancia. La pérdida de capacidad reproductiva por radiación se ha visto compensada por la ausencia de población. Ante el nuevo ecosistema, los colectivos ecologistas reclaman que la zona sea declarada reserva natural


El corazón de la bestia aún late


Sin duda, es mucho peor y más preocupante para los científicos el estado real del núcleo del reactor. Francisco Castejón, investigador del Laboratorio Nacional de Fusión Nuclear del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y miembro de Ecologistas en Acción, lamenta las “malas condiciones” en las que se elaboró en 1986 el sarcófago que cubre un núcleo “del que jamás se tomaron muestras”. 


El contenedor actual presenta “200 metros cuadrados de grietas, entra el agua cuando llueve y sale radiactividad. En su interior hay dos toneladas de combustible muy radioactivo y 500 kilos de plutonio”. La estructura está formada por arena -para tratar de apagar el incendio-, plomo -como blindaje- y boro -elemento absorbente de neutrones-. “En 2014 hubo bastantes derrumbes, que por fortuna cayeron fuera del núcleo del reactor. Si hubieran sido sobre él, quién sabe lo que hubiera pasado. La posibilidad de que se reinicie la reacción es un riesgo que permanece presente desde hace casi 30 años”, concluye Castejón. 

En la actualidad se está construyendo, en la frontera con la zona cero de Chernóbil, una nueva bóveda. Tendrá una altura de 250 metros, llegará a tapar todas las chimeneas del complejo y pesará 50.000 toneladas. Este proyecto fue diseñado a finales de la década de los 90, tenía que haber estado funcionando en 2010 y ahora se prevé que esté listo en 2018. El problema es que la maltrecha economía ucraniana no pudo afrontar en solitario los 1.000 millones de euros del coste inicial. Ahora, un consorcio francés está afrontando la inversión, con un sobrecoste de 700 millones.

@japinero

20 abril 2015

Dígaselo a ellos




Unas maracas. Mira que pasa gente a diario por la Gran Vía y me fijo en el tipo de las maracas. Cómo es posible que ese soniquete supere al rumor del bullicio. Alpargatas, pantalón de chandal remangado hasta la rodilla, camiseta desbocada, grandes labios, ojos pequeños y juntos, y pelo afro alborotado. Al cantar, parece que sonríe, pero no. El son cubano le nace de manera muy natural para ser una imitación. Han pasado dos meses y ya oí la canción al completo sobre un amor fiel, imposible. Es la banda sonora de la calle, mañana, tarde y noche. 

Su recuerdo me llevó al joven negro que me saluda desde hace nueve años en la puerta del súper. Buena planta, siempre arreglado, sosteniendo un ejemplar de La Farola, plastificado y amarillo. También está la señora mayor de la puerta del mercado, en ocasiones con un churumbel en brazos que debe ser nieto. A ratos sonriente, solo te mira para después agachar la cabeza, cual reverencia. Moño con flor, rebeca negra, delantal con lamparón y tobillos hinchados. Y tampoco olvido a la mujer del ‘chino’ donde solía comprar una Coca-Cola. Entrada en años, pelo blanco, quizá del Este, sentada en un taburete con la mirada perdida en la acera. Su cartel era breve pero dramático: “estoy triste”.

Bajo tierra, suelo encontrarme con un joven sin dedos, con graves dificultades para hablar y un cuerpo accidentado, como devorado por ácido o abrasado por el fuego. Línea 5. Y echo de menos al mejor cantautor del suburbano, de acento argentino, cabello medio teñido de rubio bajo sombrero, chaleco negro y Roberto Carlos en el alma y la guitarra. Yo querría ser civilizado como los animales. Línea 2.



No son invisibles. Son algo más que parte del paisaje. Durante unos segundos, ellos también han formado parte de mi vida. Piden la voluntad y veo que a la gente le cuesta rascarse el bolsillo. En ocasiones a mí también, que uno tampoco quiere quedarse sin suelto para el café de la máquina. No soy ningún santo, pero no les ignoro. En un mundo rodeado de tragedias, da la impresión de que hemos asumido esta cuota de pobreza a la vuelta de la esquina como algo normal. Su drama no computa en las encuestas de intención de voto ni aparece maquillado en los principales problemas para los españoles según los barómetros del CIS. 

Ya sabes lo que pienso cada vez que escucho a un político prometer que acabará con la crisis. Me parece muy bien, claro, pero dígaselo a ellos.


04 abril 2015

Cómo vivir 100 años


Artículo publicado en cadenaser.com el sábado 4 de abril de 2015




Jeanne Louise Calment vivió 122 años

Japón, Francia y España son, por este orden, los tres países del mundo con más centenarios. A falta de poder vivir eternamente, es instintivo que el ser humano desee conservar la vida el mayor tiempo posible. El elixir de la eterna juventud no existe, pero las personas más longevas del mundo, aquellas que han superado la barrera de los 100 años, han venido revelando al mundo durante siglos las claves para vivir una larga (y próspera) existencia. La mayoría son de sentido común, pero parecen incompatibles con los tiempos que nos han tocado vivir. Sin contar con la herencia genética o las necesidades médicas, los podemos resumir en tres:

Vivir sin estrés

La persona más longeva registrada en el mundo fue la francesa Jeanne Louise Calment. Vivió 122 años, entre 1875 y 1997. Sobrevivió a su hija y a su nieto. Como su marido era rico, nunca trabajó y dedicó la mayor parte del tiempo libre al ocio. Pero vivir muchos años no depende solo del bienestar económico: el perfil del centenario japonés, el más abundante en todo el planeta, vive en zonas rurales con pocos bienes. En España, ocurre lo mismo con los mayores de Castilla y León, Galicia y Asturias. El dinero no da la longevidad, aunque pueda ayudar. Nuestros centenarios demuestran una sabiduría adquirida con los años. Relativizan los problemas, perdonan y olvidan a mayor velocidad. No se trata solo de un estado mental. La ausencia de preocupaciones y de tensiones es el denominador común de aquellos que pasaron más tiempo entre nosotros.

Hacer deporte

La propia Calment no paró de hacer deporte durante toda su vida: tenis, ciclismo, natación, patinaje… A los 85 años seguía practicando esgrima y montó en bicicleta para celebrar su centenario. Según los médicos, lo más importante es hacer mucho deporte a edad temprana. Un ejercicio físico que hay que compatibilizar con un buen descanso. Todos los centenarios reconocer dormir, como poco, ocho horas al día.

Comer bien

Por lo general, aquellos que cruzaron la barrera del siglo de vida son de buen comer. Si pueden, todo lo que les gusta, aunque lo que más ayuda es la dieta mediterránea, con más pescado que carne, pocas grasas, muchas verduras, regarlo con aceite de oliva y acompañarlo con una copa de vino. La clave está en comer bien, sin atiborrarse. Antes de morir, Calment reveló un secreto más de su dieta: un kilo de chocolate a la semana.

Siempre está uno a tiempo de cambiar de costumbres para vivir algo más. Las prisas, las tensiones, los malos hábitos en la alimentación y otros factores, como la contaminación o la radiación solar, afectan en estos tiempos a nuestros marcadores de envejecimiento. Hay que sumar la vida sedentaria: hay estudios que desaconsejan ver mucho la televisión. También en este caso, la radio es mucho más beneficiosa para la salud.

@japinero