Mejor será que vaya escribiendo ya lo que pienso del ERE de El País, porque van pasando los días y solo me voy calentando.
Con el debido respeto, no quisiera detenerme únicamente en los 129 despedidos este fin de semana de la cabecera de PRISA. Y claro que no supone el final del periódico. Por supuesto que seguiré comprándolo en el quiosco y leyendo sus páginas. Y por supuesto que me duelen los despidos en El País. Que nadie se confunda, más de lo que muchos imagináis, pero no más que el cierre de Público a primeros de año, o que los últimos ajustes de plantilla en revistas, editoriales, digitales, radios, televisiones públicas y privadas...
No más que el fin de las emisiones de CNN+. No sé vosotros, pero entonces (diciembre de 2010) fue cuando desperté de mi letargo. Es como si aún no hubiera pasado el efecto de la anestesia. Parece que aún no somos conscientes de que emigró la CNN, marca líder de la información global, plataforma de periodistas universales. El único canal de televisión privado de noticias que teníamos. Está pasando, lo estás viendo. Nada menos que la tele de Gabilondo, convertida entonces en Gran Hermano 24 horas.
Aquella triste noche marcó un antes y un después en mi percepción del futuro del Periodismo en España. Se acabó el sueño, comenzó la pesadilla. Desde entonces solo hemos ido a peor. Como se están quedando en el paro los maestros de varias generaciones, como los más jóvenes nos empezamos a quedar sin referentes, es el momento de parar y reflexionar.
¿Tanto nos hemos equivocado los periodistas en el ejercicio de la profesión? ¿Tan mal nos hemos adaptado a las nuevas tecnologías? Quien escribe estas líneas, cosecha del 75, se niega a creerlo. Servidor lleva diez años blogueando, tengo Facebook, Twitter y estoy ultimando un canal en YouTube. Además, la experiencia es un grado. La agenda crece, el olfato se acentúa. Hay prejubilados que deberían ser, en mi humilde opinión, los directores de los medios de comunicación que les acaban de dar la patada.
Con todo, así estamos. Algo habremos hecho mal, pero nadie nos puede responsabilizar de la crisis. Crisis que contamos a diario y de la que también somos víctimas. Nunca he entendido que los mismos pijoflautas que se cargaron el sistema hace cuatro años desde sus despachos sean los mismos que están tirando de Excel para cuadrar las cuantas a costa del futuro de los demás.
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