28 junio 2012

Cortina de humo




Llevo 37 años, dos meses, una semana y cinco días sin fumar. Mi médico me dibujó un futuro tan negro para mis pulmones cuando era un chaval que siempre he pasado. Y, con todo, me hice periodista y acabé en la radio, menudo loco. Recuerdo los 90 entre tinieblas, es decir, con cabinas de control, estudios y redacciones donde el humo se podía cortar con un cuchillo. Los tiempos, afortunadamente, han cambiado. 

La llamada Ley Antitabaco prohíbe fumar en bares, restaurantes y locales de ocio. Mi salud lo agradece, como la de todos, pero mi conciencia me dice que algo no cuadra. Leo que el Estado recauda unos 10.000 millones de euros al año por los impuestos sobre el tabaco. Dicho en otras palabras: el Gobierno gana dinero con un negocio que mata a los contribuyentes, como bien obliga a imprimir en todas las cajetillas.

Siempre fui tolerante con aquellos que pedían permiso para fumar a mi alrededor, a sabiendas de que me iba a molestar. Por tanto, me parece de una gran intolerancia lo que hemos acabado haciendo con ellos: revoleados en la calle, haga bochorno o granice, bajo el paraguas, buscando una estufa en la terraza en plena nevada o una sombrita a 45 grados.

Si fumar mata, se prohíbe para todo el mundo y punto. Si fumar mata pero no podemos permitirnos matar el negocio, habría que recuperar bares, restaurantes, teatros, cines, bingos y casinos para fumadores. Ha dado la impresión de que los políticos están pasando por el aro de lo que pide un millonetis para arrimar el ascua a su Eurovegas. Quizá sea así, pero en Las Vegas está permitido fumar en los casinos y solo enciende su cigarrillo el 20% de los jugadores. 

Llevo 37 años, dos meses, una semana y cinco días sin jugar a la ruleta, pero no me imagino una timba de película sin el ambiente de un buen cigarro puro. Aquel que quiere respirar aire fresco no es quien acaba apostando todo al negro. Como este debate surge cuando el complejo de ocio está en fase embrionaria, me pregunto qué parte de la realidad nos estamos perdiendo mientras andamos en estos debates estériles. 

Sobre esta inmensa cortina de humo versa mi reportaje de hoy. Espero que os guste tanto como yo disfruté preparándolo... 

14 junio 2012

Compartiendo miserias



El resto de la vida se abre camino, a duras penas, más allá de la crónica económica. Hoy profundicé en el anuncio del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, de presentar en seis meses una Ley de Custodia Compartida. Estuve toda la mañana hablando con psicólogos, profesores de Derecho Civil y padres, muchos padres, afectados por la normativa actual, que bloquea cualquier posibilidad si la pareja le denuncia por malos tratos, aunque sea mentira. Así quedó en antena:



Asunto espinoso donde los haya que me ha servido para entender un poco más la hondura de la crisis que tenemos encima. Hoy recibí decenas de testimonios de padres (más padres que madres, todo hay que decirlo, es la proporción real). Su resumen dibuja la postal de la otra España, la que ya atravesaba su propia depresión antes de que la prima de riesgo se desbocara y el Eurogrupo nos rescatara.

Raúl lamenta que sus padres no ven a su nieto desde hace tres años y medio. Jesús tuvo que irse a vivir con su hermana tras el divorcio. Nicolás sobrevive con 200 euros al mes desde que se separó. Paloma solo puede ver a su nieta cuando jugaba en el recreo, pero desde detrás de la verja. Salvador se considera una víctima de las denuncias falsas por violencia de género. Andrés lo perdió todo, tuvo que volver a casa de sus padres, actualmente no tiene trabajo y su exmujer aún le reclama 600 euros al mes. Adela quiere pagar la pensión, pero su exmarido le dice números de cuenta falsos para seguir denunciándola. En el caso de Antonio, ya son cuatro los años que lleva viviendo con los padres tras el divorcio. Isidro se quedó sin ver a sus hijas después de haber sido víctima de una infidelidad. Daniel lleva 17 años sin ver a sus nietos y ni siquiera sabe dónde están. José estuvo cuatro años sin ver a su hijo por el punto de encuentro concertado no estaba operativo entre semana. Juan Francisco cayó en depresión cuando le dijeron que solo podría ver a su nieto un mes al año. Herbert ha vuelto a casa de sus padres a los 42. Vicente lleva sin ver a su hijo cinco años, los mismos que lleva sin celebrarse el juicio de su divorcio. Raúl pidió una segunda hipoteca para pagar el piso, que tiene compartido y del que, además, ha tenido que alquilar dos habitaciones. Santiago consiguió la custodia, pero duerme con su nueva mujer y sus tres hijos en el mismo dormitorio. Eufemiano se lo gastó todo en abogados y vive en un contenedor. Antonio acabó en la calle por una denuncia de malos tratos; demostró que era falsa. Jorge tuvo que ceder la vivienda a su exesposa porque “así está legalmente establecido”. Juan quiere ver a sus hijos, pero no con la depresión que tiene ahora. Mario sufrió un infarto cerebral cuando recibió una denuncia falsa de malos tratos. Fernando está pendiente de un juicio que se retrasa desde 2006. Paco denuncia que los medios de comunicación nunca hablemos de todo esto en antena. Eloi espera no tener que dormir nunca más en la calle para poder pagar la pensión. José Manuel no tiene espacio para meter a sus tres hijos en un estudio de 30 metros. Si Francisco Javier consigue un segundo trabajo para poder llegar a fin de mes, no tendrá tiempo para ver a sus hijos cuando le correspondan. Luis acabó durmiendo durante tres años en su almacén de seis metros y sin ventanas. Ezequiel ha llegado a alquilar su balcón. Carlos está pagando la hipoteca de la casa en la que vive su exmujer con su nueva pareja. Ramón se pregunta por qué no tiene derecho a recibir una línea de crédito para ser rescatado. Jesús reconoce que los hijos se han convertido en una moneda de cambio en el mercado de la separación… Etcétera.

Cuántos problemas sin resolver por falta de diálogo. Después del amor, siempre deberían quedar las palabras. En horas bajas para la bolsa, por qué la vida no cotiza al alza.

13 junio 2012

Curro para un verano negro



Suena el despertador y escucho esta noticia del económico Cinco Días:
Nadie se atreve a vaticinar el fin de la destrucción de empleo en España. Los expertos creen que ni este año ni el que viene se generarán puestos de trabajo. Ni siquiera el verano y sus contrataciones aliviarán esta situación.
Dan ganas de apagar la radio y no comprar el periódico. El siguiente minuto lo dedico a recapacitar. Qué suerte de despertador, que aún me levanta para ir a trabajar. Desde cuándo el trabajo es un privilegio y no un derecho. Con qué autoridad se reparten euromillones a la banca si "los expertos creen que ni este año ni el que viene se generarán puestos de trabajo". Pues que me despierten en 2014. "Ni siquiera el verano y sus contrataciones aliviarán esta situación". ¿Cómo que no habrá más curro en vacaciones?

Ahí es donde estaban equivocados. Puestos a no comprar el periódico, cae a mis manos el gratuito Qué! y descubro que la tele pública recupera la serie Curro Jiménez para este verano: "TVE saca del cajón sus clásicos para ahorrar costes en su programación estival", titula. 

Muchos no sabrán que el personaje que encarnó el actor Sancho Gracia está inspirado en una historia real. El auténtico se llamó Andrés López, vivió durante 30 años del siglo XIX y fue una suerte de Robin Hood a la sevillana. Por pleitos con la justicia, acabó perdiendo el trabajo y se echó al monte. Cuenta la leyenda que, hasta el fin de sus días, se convirtió en un bandolero que robaba a los ricos para repartir el dinero entre los pobres.

Resumiendo, que el desempleado Curro vuelve al tajo para robarle su plaza a Verano Azul. Este color será políticamente correcto, pero yo lo veo negro. Muy negro.