Juan de Dios Colmenero, Juande, es un magnífico periodista. De hecho, con el paso de los años, ya no sabría decir si es mejor profesional o mejor persona, porque hace siglos que no nos vemos y compartimos unas 'mirindas'. Para que entendáis mejor lo que ahora quiero escribir, debo empezar diciendo que aún recuerdo mi único gran día de trabajo con él. Bueno, fue imposible olvidarlo para mí y para todo el país. Y eso que ya han pasado 12 años y medio.
Periodista: ¿Es esta la fotografía que buscaban
desde hace años algunos políticos?
González: "Aquí está, ya la tienen.
Y no de dos hombres, la tienen de tres"
Era el 10 de septiembre de 1998. Todavía hacía un calor plomizo. Eran días de ahogazón, como se dice en nuestra tierra. Juande se encargaba de los asuntos de Política Nacional y Tribunales en RadioVoz y yo era el becario que iba a echarle una mano. Pero, básicamente, a aprender más del oficio en un día histórico: el del ingreso en prisión de José Barrionuevo y Rafael Vera en la cárcel de Guadalajara.
Recuerdo pequeños detalles que acabaron facilitando enormemente el trabajo de un profesional en medio de la nada. El paseo gigante que se dio por todo el perímetro de la cárcel para localizar los puntos donde se iba a desarrollar la acción, cuál sería el camino más corto entre el aparcamiento, donde se iba a celebrar un acto de solidaridad con los inminentes reos, y la puerta de la prisión. Llevábamos dos teléfonos móviles, aún primitivos y con una cobertura escasa, que se vinieron abajo cuando los coches oficiales llegaron con sus inhibidores de frecuencia, por si las bombas. Pero Juande ya se había hecho fuerte por las cabinas telefónicas de la zona o había localizado un punto para radiar la escena con señal suficiente para emitir. Que no falte nuestro relato en ningún boletín horario, en ningún informativo, me decía. Y así fue.
Ese día aprendí más y mejor cómo seguir el devenir de los acontecimientos, a no perder comba de lo que estábamos contando nosotros y el resto de nuestros compañeros en los demás medios. Estuvimos todo el santo día haciendo zapping, con rigor y humildad, para que no se nos escapara ningún detalle. La radio como fuente inagotable de información, contando con nuestra redacción y con nuestra audiencia, respetando el trabajo del resto de las redacciones y de periodistas desplazados a aquel solar abarrotado. Juande se hacía minutos y minutos de conexión en directo con apenas cuatro palabras escritas en una servilleta. "Un periodista tanto vale en antena como todo el tiempo que sea capaz de hablar de cualquier cosa sin abrir Google", hemos bromeado durante años en la radio.
Aquello fue un palizón, claro, pero volvimos a Madrid con la sonrisa de oreja a oreja, con el subidón del momento histórico vivido… y con la radio puesta a todo trapo, más que nada porque se le había estropeado el botón del volumen y no había forma de bajar el sonido. Sí, fue un día de mucho trabajo, pero para un novato como yo aquello fue como una fiesta y acabé borracho de Periodismo. Horas después literalmente, pero esa es otra historia.
Con el tiempo y la distancia, cuando nuestras vidas se han separado y hace años que no nos vemos, espero que no sea muy tarde para darle las gracias por aquel día que tanto me enseñó. Y gracias por no haber cambiado. Me consta por amigos comunes que sigues siendo el mismo gran tipo de siempre, dentro y fuera del trabajo. Y eso te honra. No en vano, para quien no lo sepa, estoy hablando del actual jefe de Nacional de Onda Cero.
Con este prólogo (extenso, lo sé, me enrollo) entenderéis que os diga que comprendo en gran parte, no al completo, el artículo de Juande de la semana pasada. En una primera lectura me llevé una mala impresión, como que estaba escrito desde las tripas, en pleno cabreo. Quizá sea así, pero después de releerlo una y otra vez dice varias verdades como puños en las que me quería detener, porque como sabéis apenas tengo tiempo durante el fin de semana con tanto trabajo. Pero voy primero con todo en lo que discrepo.
Juande dice que con Twitter "los rumores se convierten en noticias". No, nunca. Los rumores son rumores y existen como tales porque nos fiamos de la fuente y de la verosimilitud del rumor. Como mucho, y así viene recogido en los manuales de Periodismo y así lo aplicamos en la vida real, los rumores en ocasiones se convierten en la antesala de la noticia. Trabajamos sobre un rumor con la sana intención de confirmar si es o no una noticia de interés para el público.
En esta cascada de afirmaciones que Juande suelta como proyectiles, también escribe que "las noticias esperan porque antes hay que tuitearlas. La credibilidad no cuenta. Lo de contrastar las fuentes de información es un cuento chino". A continuación escribe un par de ejemplos, sobre lo que pasó la semana en el Congreso y sobre el 'off the record' que se saltaron varios periodistas en Twitter durante un reciente viaje oficial con el presidente. Juande se responde a sí mismo justo antes de soltar todas estas amargas experiencias: "el problema del mal uso de Twitter es que el periodista (que además trabaja en un medio de comunicación) está tirando piedras contra su propio tejado". Y lo remata con el resto del artículo, todo bajo un mismo epígrafe: "el narcisismo del periodista".
El artículo de Juande sienta mal porque remueve las tripas. De hecho, fue el primer asunto que se trató en el amplio turno de preguntas del último Café & Periodismo celebrado en Madrid el pasado sábado. El grito que pone Juande en el cielo está escrito en un par de ocasiones en el post en cuestión y fue de lo más comentado, claro: "Twitter amenaza con un ser un peligro para el Periodismo. Una persona convertida en un medio de comunicación". Es en este punto en el que tampoco estoy de acuerdo.
Un individuo, por mucha influencia que tenga, por muchos seguidores que tenga en su cuenta, no es más que un individuo. No es un medio de comunicación. Y el lector de Twitter, si no lo sabe, debería saber distinguirlo. Hay actores, presentadores de televisión, escritores…, incluso tertulianos que tienen cientos de miles de seguidores. Tienen, por tanto, un tremendo poder de influencia aún no canalizado, sin duda, pero no se han convertido en medios de comunicación de por sí. Opinan lo que quieren y anuncian lo que les da la gana, pero es lo que dice uno delante de su pantalla a otras muchas. Ni más ni menos.
En efecto, el problema que plantea Juande es otro bien distinto y ahí sí le doy toda la razón: cómo osa un periodista que está cubriendo una información para su medio de comunicación, cómo se atreve a anteponer su cuenta en una red social al compromiso que tiene para con su periódico, radio o televisión y, por ende, con su audiencia (millonaria, en muchos casos). En pocas palabras, si una fuente me da una exclusiva, que primero uno vaya y la casque en Twitter. Ese, para que se entienda bien mi opinión, sin medias tintas… Ese es un periodista de mierda. Está traicionando la primera regla básica de esta profesión. Lo importante nunca es el periodista, sino el mensaje. Y, como mucho, publicarlo en tu empresa debería ser una cuestión de prestigio profesional. Y punto. Tengo el ejemplo en casa. Llevo años conviviendo con una periodista de agencia a la que el 'gran público' no pone cara y que firma con sus iniciales las decenas de teletipos que escribe a diario. Nunca se le ocurriría tuitear una información antes de publicar el teletipo. Un tweet antes que el teletipo sería un síntoma de enajenación mental severa.
Se planteó tras la conferencia madrileña a la que antes hacía referencia que los medios de comunicación están llegando muy tarde a estas redes, que no están aprovechando las virtudes de este nuevo canal, y estoy de acuerdo. En cambio, no comparto que los medios tengan que seguir a sus propios periodistas y retuitear las noticias que puedan haber conseguido sus empleados. Es una perversión de nuestro trabajo y, repito, una falta de respeto con el contrato que tenemos con los lectores, espectadores u oyentes del medio de comunicación que nos paga la nómina. Por si quedaba alguna duda, en mi humilde caso primero siempre estará la antena de PUNTO RADIO y después la cuenta de Twitter. Del mismo modo que no he tenido tiempo de escribir todo esto que quería contar desde el viernes, porque primero estaban los guiones de los informativos, los rebeldes libios, los trabajadores de Fukushima… Primero, la noticia para el oyente.
Juande, soy un defensor acérrimo de las redes sociales, como en su día lo fui de la llegada de internet y como lo seré de lo que llegue y sirva para facilitar nuestro trabajo y para estar más en contacto con el público. Al fin y al cabo, depende de nosotros que no haya ninguna fractura social con el oyente. Tú tienes la suerte de cubrir informaciones desde el exterior de los estudios, pero otros muchos periodistas estamos toda la semana metidos en la redacción. Todo tiene sus inconvenientes y sus ventajas, y quiero pensar que Twitter está entre las segundas para ejercer nuestro trabajo, para saber de qué se está hablando ahí fuera y para poder dar a conocer mejor el trabajo que emitimos. Pero eso, toda vez emitido. En el trabajo, primero la radio; luego, el resto.
En su situación, es posible que hubiera acabado tan cabreado como Juande. Toda la vida deslomándote para camelarte las fuentes y conseguir información de primera mano, noticias de oro para la radio, y ahora viene un mindundi con un iPhone o una BlackBerry y te jode el negocio. Me temo que habrá que cogerles uno a uno y explicarles que así no se trabaja, que no están siendo profesionales, que los periodistas primero deben pensar en la audiencia de su medio y no en ellos mismos. Sé que no son buenos tiempos para hablar de las empresas periodísticas, pero los jefes y nosotros sabemos que estas son las reglas del juego. Las reglas del juego no pueden cambiar porque estemos en crisis. Soy de los que piensa que la peor foto de la crisis fue la de su inicio, que después ya nos hemos quedado como estamos, con muchos jodidos. Y que siempre desearemos estar mejor. Y cuándo no.
Insisto, a los listos con conexión wifi se les coge uno a uno y se les explica, como buenos compañeros, que así no se trabaja. Y si no lo entienden a la primera, Juande, siempre te puedes abrir una cuenta (que, en efecto, se hace en dos patadas) y escribes: Fulanito de Tal es un periodista de mierda. Se entiende perfectamente y aún te sobran caracteres para denunciar su mala praxis escribiendo el nombre del medio al que le está poniendo los cuernos. Y luego los puedes agrupar en un mismo hashtag, no muy largo, del tipo #periodistasdemierda. Pinchando en él veremos la lista de los periodistas españoles con más ego que vocación.
@japinero